Entrevista a Jorge Riechmann «Hace falta desobediencia de masas para poder frenar la tragedia climática»

El profesor de filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid e histórico del movimiento ecologista nos explica las razones de la acción de la plataforma 2020 Rebelión Por el Clima que este lunes bloqueó un puente de 4 carriles en Nuevos Ministerios al mismo tiempo que se instalaba una acampada frente al Ministerio de Transición Ecológica.

 

Jorge Riechmann/ David Echeverría

Jorge Riechmann (1962) nos atiende este martes por teléfono antes de asistir a sus clases en la Autónoma. El lunes, fue detenido junto a otros dos activistas y puesto en libertad cuatro horas más tarde con cargos de desobediencia y resistencia a la autoridad.

Para él, ha merecido la pena. La propia plataforma ha hecho público que desde el Ministerio de Transición Ecológica se ha ofrecido una reunión con la ministra Teresa Ribera cuando esta regrese de su viaje a Costa Rica el próximo jueves, si bien cabe la posibilidad de que el encuentro tuviese lugar antes con el Secretario de Estado.

¿Por qué se desobedeció el 7 de octubre?

Porque es el aniversario del informe del IPCC (Panel Internacional de expertos en Cambio Climático) que indicaba que es vital limitar el aumento de la temperatura global a 1,5ºC. Por eso la coalición de 2020WeRiseUp, donde no solo está Rebelión contra la Extinción, sino muchos más colectivos, como Ecologistas en Acción, Greenpeace o Fridays For Future, entre otros, convocó ayer una jornada de rebelión internacional en muchos países a la vez dentro de esa estrategia que se pretende que vaya en aumento de desobediencia civil en escala ante el ecocidio y genocidio que vivimos.

¿Qué supone esta segunda semana de acciones frente a la que ya hubo del 20 al 27 de septiembre?

Es un salto cualitativo respecto a otras movilizaciones como las manifestaciones de la semana pasada aunque nosotros todavía estamos un poco por detrás si nos comparamos con otros países como Reino Unido donde ha habido acciones masivas. Ayer participamos unos cientos de personas, que en comparación con la magnitud de la amenaza del cambio climático es ridículo. Deberíamos ser millones de personas. Y es que incluso si se crea un Ministerio para la Transición Ecológica o se aprueban declaraciones de emergencia climática, en la práctica apenas damos los pasos para la reducción drástica, en plazos brevísimos, de gases de efecto invernadero que necesitamos. Por ello queremos que se tomen medidas reales y ya.

Usted fue detenido durante cuatro horas en la comisaría de Moratalaz, ¿cómo considera la actuación policial?

Nos detuvieron a una compañera de Barcelona, a otro compañero de Madrid y a mí y nos han soltado con cargos de desobediencia y resistencia. La policía iba retirándonos de donde estábamos ejerciendo nuestro derecho a la resistencia civil pasiva cortando el tráfico. Marina por ejemplo hizo la táctica de la croqueta blanda para evitar que la atrapasen inmediatamente y se arañó con el asfalto pero Paco y yo no tuvimos heridas.

Pero tenemos constancia de que ha habido varias lesiones y una muñeca rota así como unas 200 personas identificadas…

Sí, otras personas que no fueron retenidas sí que han tenido lesiones. Cuando te levantas te intentan retorcer el brazo y a veces consiguen abrir muñecas . En lo que no me pude fijar es si llevaban el identificativo tapado como se dijo en algún tuit desde alguna de las organizaciones.

¿Y ahora cuál es el siguiente objetivo? ¿Hasta cuándo mantendrán la acampada y qué tipo de actividades se desarrollarán en ella?

Hay permiso para mantenerla hasta el viernes y llevar a cabo actividades, charlas, talleres, espacios de debate. Ayer se leyó un comunicado en el que se recordaba que los objetivos eran llevar a cabo peticiones a las instituciones y gobiernos para que se pongan de verdad en marcha políticas de reducción drástica de las emisiones de gases invernaderos. Ahí es cuando hay algunas diferencias dentro de la coalición de organizaciones, algunas exigen un ritmo más rápido.

¿A qué se refiere con distintos ritmos?

Hacer algo como lo de ayer requiere de muchos meses de preparación con mucha gente trabajando para que no te detengan antes de poner un pie en la calle, sin que se aborte la acción. Al haberlo organizado colectivamente entre gente de edades muy diferentes – entre ellos, algunos chavales muy jóvenes que se incorporan ahora mismo a esta clase de lucha – y organizaciones muy diversas – algunas recientemente creadas y otras con mucha historia como Ecologistas, en la cual participo desde hace años -, se han generado algunas tensiones. Mi temor es que eso haga difícil esa clase de cooperación que sin embargo es muy necesaria. Pediría a todos los involucrados un gran esfuerzo para llevar a cabo nuestros objetivos.

¿Se refiere a la carta dirigida a Grande Marlaska?

Hubo un enorme revuelo con ese comunicado emitido por Rebelión contra la Extinción del cual se desmarcó la propia organización. Seguramente lo escribieron dos chavales muy jóvenes que están empezando en esto y que, como es normal, pudieron meter la pata. Pero también es una gran metedura de pata la sobrerreacción posterior, el tener que estar cinco días comunicado va comunicado viene desmintiendo ese texto. En la clase de redes cooperativas que necesitamos contra el cambio climático hay que cuidarse y eso implica trabajar juntas para que las decisiones políticas sean las óptimas y cada vez seamos más.

¿Cree entonces que lograrán que la ministra les atienda?

Lo de ayer fue un gran paso, pero tenemos que continuar para llegar al nivel al que están movimientos como los que se han ido organizando estos últimos años a nivel internacional, como el Sunrise Movement en EEUU o el Ende Gelände en Alemania. Ya hemos conseguido trasladar el punto de partida: la percepción de que hace falta desobediencia civil no violenta a escala de masas para tener alguna opción d e frenar la tragedia en curso. Así de mala es la situación.

Fuente: https://www.publico.es/sociedad/crisis-climatica-jorge-riechmann-falta-desobediencia-masas-frenar-tragedia-climatica.html

 

El «manifiesto ecosocialista» treinta años después (Joaquim Sempere)

[Entrevista en Gara]

Aartículo en el blog Mientrastanto: El «manifiesto ecosocialista» treinta años después. Joaquim Sempere.

Releído treinta años después el Manifiesto Ecosocialista [1] de 1989 aparece como un documento importante no sólo porque es un aviso —un enésimo aviso— de los daños globales de la sociedad industrial, sino también porque liga muy convincentemente el diagnóstico y las propuestas ecologistas con un diagnóstico y unas propuestas socialistas muy bien razonadas a la vista del fracaso del socialismo del siglo XX.

En él encontramos todos los grandes temas de la crisis ecológica, apuntalados por una selección acertada de datos. Y, a diferencia de las declaraciones meramente “ecologistas”, estos temas se entrelazan eficazmente con los grandes temas de la crítica de la civilización industrial capitalista y patriarcal: crítica socialista de la injusticia social y la alienación; crítica feminista del patriarcado y sus formas modernas; crítica del autoritarismo desde una defensa del “libre desarrollo de la personalidad”; crítica de un sistema económico que pone las necesidades y aspiraciones humanas al servicio de la acumulación de riqueza monetaria privada; crítica de las desigualdades en general y de la opresión y el saqueo del Sur del planeta; crítica de la impotencia para controlar una deriva que lleva a la humanidad al desastre.

También encontramos vías de salida, en la segunda parte (“Cómo actuar”). Pero esta parte no entra en detalles, sino que expone grandes tendencias y propuestas. Se pueden retener las siguientes. 1) No hay que contar con un improbable vuelco global del productivismo, las catástrofes no son previsibles a corto plazo ni deseables: hay que pensar más bien en reformas “fuertes” y en actuar sin esperar. 2) La complejidad social es difícil de gestionar. 3) Hace falta optar por la no violencia y contra las guerras. 4) Es preciso apelar a la democracia y a la responsabilidad de la ciudadanía. 5) Si hay voluntad política, son posibles cambios importantes en pocos años. 6) Conviene refundar un sistema de protección social de nuevo tipo, “comunitario y autoadministrado” (una sociedad ecosocialista debería revisar los mecanismos de protección social del actual estado del bienestar para conservar sus inestimables ventajas adaptándolos a un contexto económico probablemente más desmercantilizado y comunitario). 7) Otro imperativo es recurrir a reconversiones industriales; reglamentar y prohibir cuando sea preciso; y resistir frente al ahondamiento de la destrucción y frente al mal uso de las técnicas. 8) El Manifiesto alerta oportunamente contra las ilusiones de una automatización alienante, generadora de paro y destructora de la cohesión social. 9) Es obligado reflexionar incesantemente pero rehuyendo toda teoría general que pretenda —como en épocas anteriores— dar respuesta a todo: es de celebrar que el Manifiesto exhiba un razonable eclecticismo como protección frente a doctrinarismos peligrosos.

El Manifiesto merece hoy, por todo ello, un aplauso y una relectura. Para desarrollar y actualizar su mensaje hace falta, ante todo, examinar qué es lo que ha cambiado en estos treinta años y hasta qué punto afecta a las conclusiones.

El Manifiesto se redactó en plena era gorbachoviana, cuando aún parecía posible una evolución del régimen soviético hacia una democracia socialista. Pero la historia ha desmentido sus esperanzas. Los regímenes comunistas o bien, como en Rusia, han dado paso a un capitalismo declarado y autoritario, o, como en China y Vietnam, se han transmutado en sistemas también capitalistas (con libertad de mercado y propiedad privada) manteniendo un régimen político autoritario de partido único que sigue llamándose “comunista”. Estos últimos países —que podemos denominar de “capitalismo rojo”— han emprendido una dinámica que ha aportado mejoras materiales en la vida de cientos de millones de personas, pero que acentúa la depredación del medio natural y puede acelerar el agravamiento de la situación ecológica del planeta. Las evoluciones de Rusia y los países de su órbita, por un lado, y de China y Vietnam, por otro, han eliminado —o han debilitado fuertemente— las expectativas de preservar y transformar al menos algunas instituciones socialistas como instrumentos susceptibles, en esos países, de promover un abandono controlado del productivismo hacia la sostenibilidad ecológica.

Otra realidad nueva es la visibilidad manifiesta de los límites del planeta, con la aparición de conceptos como la “huella ecológica” y la “apropiación humana de la producción primaria neta” que permiten cuantificar los impactos humanos sobre la biosfera y la corteza terrestre, contribuyendo a mejorar las previsiones de los daños y sus posibles remedios. La huella ecológica —cuyo registro mundial y por países se viene efectuando desde hace un par de decenios mediante la Global Footprint Network, una red de científicos de más de un centenar de países— permite evaluar con una relativa precisión la distancia de la humanidad respecto a los límites de sostenibilidad (límites que, según esos cálculos, se superaron a finales del decenio de 1960). También se conocen mejor las circunstancias y ritmos del agotamiento de los recursos naturales, que se pueden clasificar en tres grandes categorías: 1) combustibles fósiles, 2) metales y otros recursos del subsuelo, como los fertilizantes minerales, y 3) tierras fértiles para la producción agroalimentaria, víctimas de contaminación, erosión y acaparamiento para usos no alimentarios o para una cabaña ganadera sobredimensionada. Con la hipótesis de Hubbert sobre el “pico del petróleo” (ampliamente aceptada como teoría por su eficacia predictiva, y no sólo para el petróleo sino para otros recursos, no solo energéticos) el agotamiento de los combustibles fósiles se perfila en un horizonte cuantificable de pocos decenios. Cálculos solventes basados en las mejores fuentes disponibles sitúan hacia 2060 el agotamiento conjunto de carbón, gas y petróleo. En lo que respecta a los minerales metálicos, el primer inventario mundial se hizo en 1952 en el informe Paley, encargado por el presidente Truman de los Estados Unidos. Desde entonces los inventarios se han hecho más exhaustivos y fiables, y dibujan también un horizonte de agotamiento que se cuenta en pocos decenios para muchos de los metales hoy necesarios para las sofisticadas técnicas utilizadas en la industria.

Hace treinta años se sabía que todo esto suponía una amenaza, pero no aparecía en primer término. Hoy la percepción de los límites en estos tres ámbitos se agudiza con las manifestaciones ya indiscutibles del cambio climático. Como es sabido, el cambio climático se debe sobre todo a la quema de combustibles fósiles. Y la substitución —ineluctable— de los combustibles fósiles por fuentes renovables de energía topará con la escasez de metales en la corteza terrestre en el supuesto de que se quiera seguir utilizando las cantidades desmesuradas de energía que requiere el sistema productivo actual. La reducción del transporte, que gasta la mitad de la energía usada por la especie humana, tendrá efectos enormes, dado el actual volumen del comercio mundial y del turismo, poniendo en crisis la compleja organización social del espacio y la división del trabajo a escala mundial, obligando a reestructurar las actividades humanas sobre la base de la proximidad (relocalización, al menos parcial, frente a globalización). Los efectos de este hecho —que el Manifiesto no previó— van a ser considerables. El propio modelo agroalimentario actual, dependiente del petróleo y de los minerales que contienen nutrientes (fósforo, nitrógeno, calcio y potasio, sobre todo), y por tanto también del transporte, puede resultar colapsado —si no al cien por cien, sí al menos en proporciones que afecten a miles de millones de personas en el mundo—. Dicho con otras palabras: hoy estamos más cerca del colapso socioecológico, y mucha gente lo percibe. El agotamiento de los combustibles fósiles va a ser un detonante.

El avance en precisión y fiabilidad de las previsiones ha dado vigor a una propuesta, la del decrecimiento. Si los recursos de la Tierra son finitos y si estamos cerca de sus límites o los hemos superado ya, es obligado detener el crecimiento e incluso revertirlo hasta un nivel de sostenibilidad. Esta idea no es nueva. Ya Georgescu-Roegen había advertido de los límites en los años sesenta; en 1972 el informe Meadows Límites al crecimiento le había dado una fundamentación matemática a escala mundial; Herman Daly había preconizado un estado estacionario como imperativo ineludible. A finales del siglo XX la idea de decrecer aparece como un movimiento que propone asumir voluntariamente una austeridad “convivial” antes de tener que afrontar crisis catastróficas debidas a una dinámica imparable que conduce a la imposible reproducción social del actual modelo técnico-económico por falta o escasez de recursos naturales.

Esto marca una diferencia notable entre nuestra situación y la de hace treinta años. La transición ecológica se ha convertido en una necesidad colectiva más imperiosa y una tarea urgente. De esta importante mutación histórica, la transición energética a un modelo 100% renovable se anuncia como la medida más inmediata y urgente por una razón de peso: los combustibles fósiles y el uranio se agotarán en la segunda mitad del siglo XXI, y no habrá más remedio que emprender esa transición. De hecho, ya está en marcha en muchos países. En el Manifiesto se observaba que el capitalismo del momento vacilaba entre dos opciones: la neoliberal y la ecokeynesiana, ambas incapaces de rectificar la dinámica ecosocial. Se apuntaba, como alternativa, una salida postcapitalista radical que quedaba formulada en términos teóricos e imprecisos. El problema es que hoy se nos acaba el tiempo y ya no se puede esperar. Hace falta actuar. La opción ecokeynesiana gana credibilidad, como revela el movimiento del Green New Deal —inspirado en el programa keynesiano de Roosevelt de los años treinta— que emerge en Estados Unidos y la Unión Europea, lo cual avala la capacidad de previsión del Manifiesto. Pero la dificultad para imponer un Nuevo Trato Verde a un capitalismo agresivo y seguro de sí mismo es evidente.

De paso, se advierte que está cobrando hoy una verosimilitud inquietante otra salida, el ecofascismo, que el mismo texto mencionaba pero descartaba en su momento (“el capitalismo, incapaz actualmente de imponer una dictadura ‘ecofascista’, vacila entre dos opciones [la neoliberal y la ecokeynesiana]”). Hoy algunos dirigentes coquetean con una salida autoritaria de este tipo, que no se puede descartar en absoluto. De hecho, las opciones hoy disponibles han dejado de ser las mismas. La salida neoliberal se confunde cada vez más con la ecofascista. De modo que la alternativa es más bien: o neoliberalismo ecofascista o ecokeynesianismo como vía hacia un ecosocialismo. La agudización de las tensiones empuja hacia una ruptura (o serie de rupturas) como vía para librarse del productivismo oligárquico y abrir las puertas a una sociedad ecológicamente sostenible y socialmente equitativa.

El acortamiento del tiempo disponible tras treinta años perdidos obliga, además, a algunas correcciones de las propuestas prácticas enunciadas en el Manifiesto. La principal, a mi entender, es la consideración del papel de las catástrofes: “Los ecosocialistas rechazamos la idea de que las catástrofes espontáneas o provocadas engendran las revoluciones más deseables” (114). Hoy, en cambio, se tiene la sensación de que el orden socioeconómico imperante es tan compacto e inconmovible que sólo podrá resquebrajarse gracias a fuertes sacudidas que obliguen a reaccionar, tanto a los poderes instalados como a la ciudadanía. Y se anuncia como una sacudida ineludible el agotamiento de los combustibles fósiles. Si se llega a su agotamiento sin haber culminado la transición energética a las renovables, tendrán lugar fuertes conmociones sociales hoy impensables. Algo parecido puede decirse de los restantes aspectos de la crisis ecológica general, y en particular del modelo agroalimentario. El Manifiesto tiene razón cuando dice que las catástrofes no engendran las revoluciones más deseables: el fascismo de los años treinta en Europa como resultado de la crisis de 1929 parece ilustrarlo. Pero no se vislumbran otros fenómenos distintos de shocks y catástrofes capaces de quebrar rutinas y automatismos y abrir paso a soluciones radicalmente innovadoras. La única respuesta razonable al peligro parece ser la de prepararse para salir de las catástrofes anunciadas con alternativas constructivas, ecológicas y solidarias. Al fin y al cabo si la crisis de 1929 dio el fascismo en Europa, dio también el New Deal rooseveltiano en Estados Unidos, la política más izquierdista implantada jamás en ese país.

Ahora bien, los partidarios del ecosocialismo hemos de ser conscientes de que el New Deal verde, si se impone, va a ser un compromiso interclasista bajo hegemonía del gran capital, como lo fue en su momento el New Deal de Roosevelt. Seguramente será la única vía practicable para salir del fosilismo, y habremos de apoyarlo e implicarnos en él (con nuestros propios objetivos democráticos frente a las tendencias capitalistas de crecimiento sin freno y generadoras de desigualdad). Pero la escasez creciente de recursos naturales pondrá tarde o temprano sobre la mesa la necesidad de abandonar la tendencia —también en un capitalismo verde— a acumular sin límites. Si las fuerzas ecosocialistas no son capaces de tomar el relevo, puede abrirse una época de graves conflictos sociales e internacionales en torno a unos recursos menguantes.

El propio Manifiesto, pese a rechazar las catástrofes como vía deseable, anticipa un período convulso y, de algún modo, reconoce el valor de las rupturas sociales, resultando perfectamente actual: “Consideramos que la ruptura tendrá que ser una transformación compleja y prolongada de un modo de producción y de vida para acceder a otros. Esta transformación es en gran medida imprevisible. No tendrá sin duda un ritmo uniforme, sino que pasará por fases de estancamiento —vale decir, compromisos relativamente estables entre las fuerzas contendientes—, aceleraciones y, quizás, regresiones. Conflictiva por necesidad, podrá entrañar al mismo tiempo desapariciones, continuidades e innovaciones. En algunos momentos tal vez coexistan varios modos de producción” (114).

Otra corrección aconsejable del texto es revisar su crítica del estatalismo y su adhesión a la perspectiva de una “extinción del estado” (96). Aunque es del todo suscribible la perspectiva de desarrollar una ciudadanía activa, responsable, integral, solidaria y creativa (117 y ss.) que incline la balanza más hacia la sociedad civil que hacia el estado, la magnitud y urgencia de las tareas que acometer y el poderío del adversario aconsejan contar con un instrumento tan potente de intervención como es el estado, que se legitima, en las democracias, como instrumento de la ciudadanía en tanto que poder público frente a los poderes privados.

El Manifiesto contiene multitud de ideas sumamente interesantes de cara a la transformación sociometabólica y política que requiere la situación actual del mundo. Por eso es tan recomendable su lectura atenta. Algunas voces aducen que ya es tarde para evitar el hundimiento de la vida civilizada. Pero ¿qué proponen quienes sostienen augurios de este tipo? ¿La simple espera pasiva? Incluso ante los peores augurios, nunca faltará la gente que, contra todo pronóstico, apueste por salidas positivas y luche por una alternativa constructiva y solidaria con la hipótesis de que otro mundo es posible; un mundo donde valga la pena vivir. Es a esta gente a quien debemos apoyar. El Manifiesto Ecosocialista ofrece una base sólida para esa salida.

 

Nota:

[1] Los números entre paréntesis remiten a las páginas de la edición de la revista mientras tanto, n.º 41 (verano de 1990).

20/9/2019

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Tomado de: http://www.mientrastanto.org/boletin-183/notas/el-manifiesto-ecosocialista-treinta-anos-despues

Ecosocialismo. Treinta años después del primer Manifiesto Ecosocialista / Ekosozialismoa. Hogeita hamar urte lehen Manifestu Ekosozialista argitaratu ondoren

El 18 de septiembre de 2019 Frieder Otto Wolf estuvo en Euskadi para ofrecernos sus reflexiones acerca de “Una alternativa verde en Europa”, en un acto público organizado por Euskal Gune Ekosozialista y Ekologistak Martxan.

Han pasado treinta años del Manifiesto Ecosocialista, que elaboraron integrantes del grupo verde del Parlamento Europeo: Carlos Antunes, Pierre Juquin, Penny Kemp, Isabelle Stengers, Wilfried Telkämper y Frieder Otto Wolf. Treinta años, asimismo, de la presentación que hicieron en Bilbao y en Gernika Carlos Antunes y el propio Frieder Otto Wolf.

Otto Wolf, profesor emérito de Filosofía de la Universidad Libre de Berlín, fue uno de los fundadores de Los Verdes Alemanes (Die Grünen).

Introdujo su exposición señalando la debilidad del movimiento ecosocialista en Europa en este momento.

En primer lugar, se centró en el reto que suponen las grandes crisis. Entre otras cuestiones, habló sobre la realidad moderna de las estructuras de dominación del modo de producción capitalista, al que está asociada la dominación del patriarcado moderno, la tripleta dependencia/eurocentrismo/racismo y las relaciones de explotación destructiva de la biosfera terrestre. Destacó en esta era del Antropoceno -que él prefiere a capitaloceno- la importancia y primacía que tienen las luchas de resistencia y liberación. En este sentido, advirtió que la necesidad de articular las estrategias de transformación no debe hacernos olvidar las tácticas para limitar los daños.

Por otro lado, analizó lo que denomina la constelación neoliberal, que asoció, entre otros, a los siguientes efectos:

  • La estrategia de individualización abstracta.
  • La destrucción de las conquistas del movimiento obrero.
  • La despolitización de las luchas sociales.
  • La desvinculación del capital financiero.
  • La uniformización ideológica de las ciencias sociales.

Efectos que asocia con la generación de una serie de crisis económicas, crisis ecológicas y crisis políticas.

En segundo lugar, expuso “el desarrollo y dinámica desigual de los grandes antagonismos y las luchas de resistencia socialista, feminista, ecológica y antidependentista”. Se preguntó por qué las izquierdas no pueden aprovechar la crisis. Responde señalando estas razones: 1, el peso de las derrotas del siglo XX (fracaso del movimiento comunista, hundimiento del ‘socialismo real’ y agotamiento de la socialdemocracia; 2, la falsa alternativa entre reformismo subalterno y radicalismo izquierdista; 3, la apropiación de los movimientos del 68 por la hegemonía neoliberal; 4, el peso de las realidades nacionales en el movimiento obrero; 5, la endeblez del internacionalismo, y 6, la ocupación de las ideas europeas por las derechas tecnocráticas.

Al hilo de esta realidad, Wolf propone reforzar las luchas en curso, que se manifiestan de forma plural. Para ello, esboza algunas propuestas: “descubrir solidaridades”; superar la separación entre políticas institucionalizadas e iniciativas políticas por abajo; articular iniciativas y redes de acción, movimientos sociales y organizaciones sociales y políticas; discutir sobre el Estado (utilidad, funcionalidad y superación); luchar en su propio terreno, etc.

En tercer lugar, tituló su exposición “las urgencias de la situación presente: después de 30 años perdidos”. Opinó que es preciso cambiar las prioridades, situando en primer lugar la limitación urgente de los daños biosféricos. Destacó también una nueva función que corresponde al sector cooperativo: anticipar modos de producir y de vivir sostenibles. Además, adjudica a los sindicatos la articulación entre las luchas de defensa social y las luchas ecológicas. Destaca la importancia de una nueva articulación entre la política por abajo, los mass media y la política oficial. Y, asimismo, se fija en la solidaridad con los movimientos de las generaciones más jóvenes, que son las más afectadas.

En cuarto lugar, planteó lo que denominó “el triple reto del ecosocialismo”; es decir, la necesidad de nuevas alternativas de izquierda, que sitúa en los ejes siguientes:

  • Desarrollo de una política de izquierda que conjugue imperativos tácticos y perspectivas estratégicas.
  • Un nuevo internacionalismo global: desde la solidaridad con las víctimas hacia nuevas formas de cooperación internacional.
  • Otra idea de Europa: defensa de lo logrado (patrimonio comunitario) y creación de un cuadro de derechos y regulaciones en defensa de los dominados.
  • Una democracia efectiva, desde abajo hacia los cúmulos institucionales.
  • Unidad en la acción y pluralidad de perspectivas.
  • Hacia una nueva ilusión centrada en las transiciones: el ecosocialismo como espacio común de otra renovación de las izquierdas.
  • Superar la tendencia a olvidar las derrotas del pasado.
  • Superar la tendencia a marginar o instrumentalizar las ciencias críticas.
  • Reinventar una transición socialista atractiva: un nuevo anticapitalismo articulado con el feminismo, el internacionalismo y el ecologismo.
  • Pensar en iniciativas y programas de salvación para una situación todavía más catastrófica.

En quinto y último lugar, concluyó exponiendo “una perspectiva débil, pero realista, a corto y a largo plazo”. Subrayó la importancia de trabajar para aplazar y mitigar las crisis en curso, y para organizar la supervivencia humana ante las situaciones catastróficas. Hay que afrontar el reto de una multiplicidad concertada de estrategias y de tácticas; siguiendo a Jorge Riechmann, lograr una simbiosis crítica del ecosocialismo con la ecología profunda y el ecofeminismo.

Finalizó su intervención señalando que se necesita una nueva ilusión. Se preguntó qué podemos hacer para dejar un mundo mejor a las generaciones futuras. Y, por último, avisó de la necesidad de enraizar las tareas con los movimientos espontáneos de defensa de los pobres, en sentido amplio.

El acto terminó tras un interesante debate entre las personas asistentes.


2019ko irailaren 18an Frieder Otto Wolf Euskadin egon da “Europako alternatiba berdeari” buruzko bere gogoetak eskaintzeko, Euskal Gune Ekosozialistak eta Ekologistak Martxanek antolatutako ekitaldi publiko batean.

Carlos Antunes-ek, Pierre Juquin-ek, Penny Kemp-ek, Isabelle Stengers-ek, Wilfried Telkämper-ek eta Frieder Otto Wolf-ek, Europako Parlamentuko talde berdeko kideek, Manifestu Ekosozialista landu zutenetik, hogeita hamar urte pasatu dira.

Otto Wolf, Filosofiako irakasle emeritua Berlingo Unibertsitate Librean, Alemaniako Berdeen (Die Grünen) alderdiaren fundatzaileetako bat izan zen.

Bere adierazpena hasi zuen orain Europan mugimendu ekosozialistaren ahultasuna seinalatuz.

Lehenik, krisi handiek ekartzen duten erronkan zentratu zen. Beste kontu batzuen artean, gaur egun produkzio modu kapitalistaren menderatze egituraz hitz egin zuen. Bere ustez, egungo errealitate horri lotuta daude patriarkatu modernoaren nagusitasuna, menpekotasuna/eurozentrismoa/arrazismoa hirukoa eta lurreko biosferaren ustiapen suntsigarriko erlazioak. Gero, erresistentzia-borrokek duten garrantzia eta nagusitasuna nabarmendu zituen, Antropozeno aro honetan -berak hori gehiago nahiago du Kapitalozenoa kontzeptua baino-. Zentzu honetan, ohartarazi zuen transformazio-estrategiak artikulatzeko beharrak ez dizkigula ahaztearazi behar kalteak mugatzeko taktikak.

Bestalde, berak izendatzen duen konstelazio neoliberala analizatu zuen, beste batzuen artean, honako efektuokin erlazionatu zituena:

  • Indibidualizazio abstraktuko estrategia.
  • Langile-mugimenduaren lorpenen suntsiketa.
  • Borroka sozialen despolitizazioa.
  • Kapital finantzarioaren deslotura.
  • Gizarte-zientzien uniformizazio ideologikoa.

Wolf-ek efektu hauek lotzen ditu krisi ekonomiko, krisi ekologiko eta krisi politikoen sorkuntzarekin.

Bigarrenik, “antagonismo handien garapena eta dinamika desberdina, eta erresistentzia-borroka sozialistak, feministak eta askapenekoak” azaldu zuen.

Hausnartu zuen zergatik ezkerrek ezin duten aprobetxatu krisia. Arrazoi hauek seinalatu zituen: 1, XX. mendeko porroten pisua (mugimendu komunistaren porrota, ‘sozialismo errealaren’ hondoratzea eta sozialdemokraziaren agortzea; 2, mendeko erreformismoaren eta erradikalismo ezkertiarraren arteko alternatiba faltsua; 3, hegemonia neoliberalek 68ko mugimenduez jabetzea; 4, nazio-errealitateen pisua langile-mugimenduan; 5, internazionalismoaren ahultasuna, eta 6, eskuin teknokratikoek Europako ideien okupazioa gauzatu izatea.

Errealitate honen ildotik, Wolf-ek oraingo borrokak indartzea proposatzen du, mota askotakoak direnak. Hartarako, proposamen batzuk zirriborratzen ditu: “solidaritateak aurkitzea”; instituzionalizatutako politiken eta behetik sortutako ekimen politikoen arteko banaketa gainditzea; ekimen- eta akzio-sareak, gizarte-mugimenduak eta erakunde sozial eta politikoak artikulatzea; Estatuari buruz eztabaidatzea (erabilgarritasuna, funtzionaltasuna eta gainditzea); bere esparruan bertan borroka egitea, etab.

Hirugarren zatian, “oraingo egoeraren larrialdiak: galdutako 30 urteren ondoren” izenburua duena, lehentasunak aldatzea beharrezkoa dela adierazi zuen, eta lehendabizi biosferari eragiten dizkiogun kalteak mugatzeko premia azpimarratu zuen. Lankidetza sektoreari dagokion funtzio berria ere nabarmendu zuen: produzitzeko eta bizi izateko modu iraunkorrak aurreratzea. Gainera, defentsa sozialeko borroken eta borroka ekologikoen arteko artikulazioa esleitzen dizkie sindikatuei. Artikulazio berriko garrantzia nabarmentzen du behetik egiten den politikaren, hedabideen eta politika ofizialaren artean. Eta, halaber, arreta jartzen du belaunaldi gazteenen mugimenduekin solidaritatean, efekturik handienak jasaten dituztenak baitira.

Laugarrenik, “ekosozialismoaren erronka hirukoitza” planteatu zuen; hots, ezkerreko alternatiba berrien beharra, hurrengo ardatzetan kokatzen dituenak:

  • Inperatibo taktikoak eta perspektiba estrategikoak batzen dituen ezkerreko politikaren garapena.
  • Internazionalismo global berria: biktimekiko solidaritatetik nazioarteko lankidetzako forma berrietarantz.
  • Europaren beste ideia bat: lortutakoa defendatzea (komunitatearen ondarea) eta menderatuen eskubide- eta arauen-zerrenda bat sortzea.
  • Demokrazia eraginkorra, behetik goi mailako instituzioetarantz.
  • Akzioan batasuna eta perspektiba anitzak lantzea.
  • Trantsizioetan zentratutako ilusio berrirantz: ekosozialismoa ezkerretako beste berriztatze baten espazio komun bezala.
  • Iraganaren porrotak ahazteko joera gainditzea.
  • Zientzia kritikoak baztertzeko edo instrumentalizatzeko joera gainditzea.
  • Trantsizio sozialista erakargarria berriz asmatzea: antikapitalismo berri bat feminismo, internazionalismo eta ekologismoarekin artikulatuta.
  • Salbazio-ekimenetan eta -programetan pentsatzea egoera oraindik katastrofikoagoak gertatzen direnean.

Bosgarren eta azkenik, “perspektiba ahul, baina errealista, epe motzera eta epe luzera” adierazi zuen. Martxan ari diren krisiak arintzeko eta atzeratzeko lan egiteko garrantzia azpimarratu zuen, baita egoera katastrofikoen aurrean gizakion biziraupena antolatzeko ere. Aurre egin behar diogu estrategia eta taktika ugariak adosteko erronkari; Jorge Riechmann-i jarraituz, ekosozialismoaren sinbiosi kritikoa lortu ekologia sakonaren eta ekofeminismoaren artean.

Hitzaldia bukatu zuen ilusio berria behar dela seinalatuz. Zer egin diezaiekegun etorkizuneko belaunaldiei mundu hobe bat uzteko galdetu zuen. Eta, azkenik, abisatu zuen behartsuen defentsako berezko mugimenduekin sustraitzeko beharraz.

Ekitaldia amaitu zen bertan azaldutakoen arteko eztabaida interesgarriaren ondoren.

27 de septiembre 2019 – 2019ko irailaren 27a

 

 

 

 

 

 

 

 

27 de septiembre 2019. Un viernes para actuar en respuesta al llamamiento global de ‘huelga mundial por el clima’ que, en nuestro entorno impulsa la Alianza por la Emergencia Climática. Millones de personas, principalmente jóvenes (primer elemento de optimismo, reflejo de que la escuela está cumpliendo su cometido de formar jóvenes con espíritu crítico), han mantenido todos los viernes del año una tensión creciente en las calles y que, tardíamente, ha atraído la atención de los medios de comunicación. Y todavía muchos de estos medios intentan desviar la atención de la ciudadanía, y centran su interés, por ejemplo, en  la activista sueca Greta Thunberg, a la que convierten en una especie de icono anecdótico, en lugar de analizar la situación de colapso climático a que se dirige el planeta debido al calentamiento global y la emisión de gases de efecto invernadero.

Como parte de la campaña a favor del clima se están presentando mociones en los ayuntamientos para que declaren la ‘emergencia climática’ y, desde el ámbito local, asuman la responsabilidad de actuar urgentemente para frenar el cambio climático que se nos anuncia irreversible, si se supera el aumento de 1,5º C de temperatura media. Los partidos EAJ-PNV y PSE están votando sistemáticamente en contra de esas mociones, lo que está dejando en evidencia la debilidad y el postureo de la declaración de emergencia climática que proclamó el lehendakari Urkullu el pasado 30 de julio de 2019. Declaración de emergencia que Ekologistak Martxan tildó de ‘lenta’, pues plantea 2050 como horizonte para descarbonizar Euskadi. Declarar la emergencia climática y distanciar a 2050 la meta para solucionar el problema es, cuando menos, una contradicción clamorosa. La clase política no está a la altura, y no ha tomado conciencia de la fuerza de la juventud que reclama un futuro y una vida sostenibles. Parece que sólo tienen oídos para los lobbies económicos. No quieren asumir el marrón de dar malas noticias a la ciudadanía y de, alguna manera, reconocer que nos han estado mintiendo hasta ahora con sus optimistas propuestas de crecimiento continuo para alcanzar el bienestar, un desarrollo armónico y una sociedad ambientalmente justa y sostenible.

El voraz modelo capitalista de producción y consumo que ayudan a sostener es el origen de la degradación de los ecosistemas, de la extinción de las especies, del cambio climático, del patriarcalismo que hace recaer en las mujeres los cuidados, del continuo aumento de la pobreza, de la explotación infantil en los países menos desarrollados, del neocolonialismo y del agotamiento de los recursos… Se ha despejado la duda acerca de las causas. Por fin, la clase científica está abandonando su cómoda posición neutral y está dando a conocer el arsenal de conocimiento que ha acumulado durante décadas (segunda señal de optimismo, que rompe el mito de la imparcialidad de la ciencia y la tecnología) que demuestra que el modelo de crecimiento continuo que ha impulsado la actividad humana es el causante del colapso global al que se dirige la biosfera. Y, atención, también están señalando con claridad cuáles son los límites planetarios de los recursos y de la capacidad de los ecosistemas para actuar como sumideros de los desechos que generan nuestras sociedades. Estas verdades resultan incómodas a quienes pretenden situar la salida al colapso en una versión reverdecida del capitalismo, vía milagro tecnológico.

Las multinacionales y las clases dirigentes van camino de perder la pelea por el relato negacionista. Un ejemplo: la encuesta a la ciudadanía de la Unión Europea muestra que el cambio climático ocupa ya el segundo puesto (en 2018 ocupaba el quinto puesto) entre sus preocupaciones. Un 89% de las españolas y españoles encuestados lo considera “un problema extremadamente serio”. No parece que una ciudadanía crecientemente informada vaya a reducir su inquietud, a pesar de las campañas de reverdecimiento corporativo que están llevando a cabo empresas y gobiernos.

El nivel de conciencia y de activismo está creciendo. Ya no se trata sólo de una preocupación de los países del norte rico, como se decía hace unos años acerca de los movimientos ecologistas. Es el momento de las alianzas entre estos movimientos, los feminismos, los sindicatos, los movimientos por la justicia social, el altermundialismo, los solidarios internacionalistas, etc. (este puede llegar a ser el tercer componente de optimismo, que genere sinergias de trabajo en común y de confluencia). El colapso civilizatorio lo están padeciendo ya los más pobres, una gran parte de las mujeres, las personas excluidas, las migrantes, las y los ancianos… A la extinción de millones de especies y la pérdida de biodiversidad, la acidificación de los mares, el deshielo de los polos, los macroincendios y el aumento de los episodios climáticos destructivos o el desplazamiento de millones de refugiados climáticos, se deben sumar la creciente pobreza, el machismo y la degradación de los sistemas democráticos. Todos estos son síntomas de una enfermedad llamada capitalismo, uno de cuyos tentáculos más graves y extendidos es el patriarcado.

Pensamos que la declaración de emergencia climática debe implicar a todos los actores sociales y políticos, comenzando por la ciudadanía de a pie y el nivel municipal. Va a costar un gran esfuerzo cambiar las estructuras y las inercias políticas y económicas, pero en nuestras manos está poner la vida en el centro y asumir los cuidados. Como dice Yayo Herrero, “mirar desde el prisma de la sostenibilidad de la vida nos lleva a asumir la urgencia de ponernos de acuerdo”. Pero, ¿de acuerdo para qué? Para poner en marcha ya nuestra sociedad en un proceso de transición que -deseamos- sea socialmente justa, ecológicamente sostenible, democráticamente decidida y generosa con las generaciones futuras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2019ko irailaren 27a. Ostiral bat ekintzarako, Klimaren aldeko munduko greba’ deialdiarekin bat egiteko, Klima Larrialdiaren aldeko Aliantzak bultzatuta. Milioika pertsonak, batez ere gazteek, urteko ostiral guztietan tentsio hazkorra  mantendu dute kaleetan (optimismorako lehen seinalea, eskola betetzen ari dela gazteak espiritu kritikoarekin hezteko bere betebeharraren isla). Hala ere, komunikabideek mobilizazio horiei berandu eman diete arreta; eta oraindik hedabide horietako asko herritarren arreta desbideratzen saiatzen dira eta, adibidez, fokua zuzentzen dute Greta Thunberg suediar aktibistarengana, halako ikono anekdotiko bihurtu nahian, analizatu beharrean zergatik planeta berotze globalagatik eta berotegi-efektuko gas-isuriagatik zuzentzen den kolapso klimatikora.

Klimaren aldeko kanpainaren osagai gisa, Euskal Herriko udaletan mozioak aurkezten ari dira ‘larrialdi klimatikoa’ aitor dezaten eta, eremu lokaletik, klima-aldaketa geldiarazteko premiaz jarduteko erantzukizuna onar dezaten; izan ere, klima-aldaketa itzulezin iragartzen zaigu batez besteko tenperatura 1,5º C gainditzen bada. EAJ-PNV eta PSE alderdiak sistematikoki mozio horien aurka botoa ematen ari dira. Jarrera honek nabarmentzen du Urkullu lehendakaria joan den 2019ko uztailaren 30ean aldarrikatu zuen klima larrialdiko adierazpenaren itxurakeria.Ekologistak Martxan-ek larrialdi adierazpen hori ‘moteltzat’ jo zuen, bada 2050a planteatzen du horizonte bezala Euskadi deskarbonizatzeko. Larrialdi klimatikoa aitortzea eta arazoa konpontzeko helmuga 2050era urruntzea kontraesan itzela da, gutxienez. Politikariak ez dira espero bezala aritzen, eta ez diete kasurik egiten etorkizun eta bizitza iraunkorra eskatzen duen gazteriari. Badirudi politikariek belarriak soilik dituztela lobby ekonomikoetarako. Ez dute herritarrei berri txarrak emateko marroia onartu nahi ezta, moduren bat, orain arte gezurra esaten aritu digutela ere, etengabeko hazkundearekin jarraitzeko beren proposamen optimisten bidez, ongizatera helduko ginela, eta garapen harmonikoa eta ingurumenari dagokionez bidezko gizarte iraunkorra lortuko genukeela esaten zigutenean.

Sostengatzen laguntzen dioten ekoizpen eta kontsumoko modelo kapitalista aseezina da ekosistemen degradazioko, espezien desagertzeko, klima-aldaketako, zaintzak emakumeengan erortzea egiten dituen patriarkalismoko, pobreziaren etengabeko handiagotzeko, gutxiago garatutako herrietako haurren ustiapeneko, neokolonialismoko eta baliabide naturalen agortzeko jatorria. Kausei buruzko zalantzak argitu dira. Azkenik, klase zientifikoa bere posizio neutral erosoa uzten ari da eta jakinarazten ari da hamarkadetan zehar metatu duen ezaguera (horixe da optimismoaren bigarren seinalea, zientziaren eta teknologiaren inpartzialtasunaren mitoa apurtzen duena). Ebidentzia zientifikoek frogatzen dute giza jarduerak bultzatu duen hazkunde jarraituko modeloa biosfera zuzentzen den kolapso globalaren eragilea dela. Eta, kontuz, argi eta garbi seinalatzen ari dira ere zein diren planetako mugak baliabide naturalak ustiatzen jarraitzeko eta zein den ekosistemen ahalmena gure gizarteak sortzen dituzten hondakinetako hustubideen moduan jokatzeko. Egia hauek deserosoak gertatzen zaizkie kolapsoaren irteera kapitalismoko bertsio berdetsu batean kokatu nahi dutenei, mirari teknologikoaren bidez.

Multinazionalak eta agintari-klaseak kontakizun negazionistaren borroka galtzen ari dira. Ikus dezagun adibide bat: Europar Batasuneko herritarrei egin dieten azken inkestak erakusten du klima-aldaketak bere kezken artean bigarren postuan dagoela jada (2018an bosgarren postua hartzen zuen). Inkestan parte hartu duten espainiarren % 89k baloratu du “arazoa ikaragarri  serioa” dela. Ez du ematen gero eta gehiago informatutako hiritarrek bere egonezina txikiagotuko dutenik, enpresak burutzen ari diren berdatze korporatiboko kanpainak gorabehera.

Kontzientziako eta aktibismoko maila hazten ari da. Jada ez da soilik ipar aberatseko herrien kezka, duela urte batzuk  mugimendu ekologistei buruz esaten zen bezala. Bada mugimendu hauen eta feminismoen, sindikatuen, justizia sozialagatik mugimenduen, altermundialismoaren, internazionalista solidarioen eta beste mugimendu askoren arteko aliantzarako unea (hauxe izan daiteke optimismorako hirugarren osagaia, komunean lan egiteko eta bat-egiteko sinergiak sortzen dituena). Zibilizazioaren kolapso ez da gertatuko, jadanik gure artean baitago, eta pobreenek pairatzen dute: emakumeetako asko, migratzaileak, kanpo utzitako pertsonetako batzuk, zaharrak… Espezie milioietako desagertzeari eta biodibertsitatearen galerarari, itsasoen azidotzeari, poloen desizozteari, makrosuteei eta pasarte klimatiko suntsigarriei edo milioietako iheslari klimatikoko lekualdatzearen handiagotzeari, pobrezia hazkorra, matxismoa eta sistema demokratikoen degradazioa gehitu behar dizkiegu. Horiek guztiak dira kapitalismoa deitzen den gaixotasunaren sintomak, zeinen patriarkatua baita garro larrien eta hedatuenetako bat.

Euskal Gune Ekosozialistakook pentsatzen dugu larrialdi klimatikoko adierazpenak aktore sozial eta politiko guztiak inplikatu behar dituela, hiritar arruntetatik eta udal-mailatik hasiz. Ahalegin handia kostatuko da egiturak eta inertzia politiko eta ekonomikoak aldatzea, baina gure eskuetan dago bizitza erdian jartzea eta zaintzez arduratzea. Yayo Herrerok dioenez gero, “bizitzaren jasangarritasuneko prismatik begiratzeak behartzen gaitu akordio batera heltzeko premia onartzen”. Baina, ados jartzea zertarako? Jada gure gizartea  trantsizioko prozesu batean abiarazteko, sozialki bidezkoa, ekologikoki iraunkorra, demokratikoki erabakita eta eskuzabala etorkizuneko belaunaldiekin izan dadila.

 

Feministas por el Clima (El Salto Diario)

De “forma natural”. Así describían unas jovencísimas asistentes a la reunión de Feministas por el Clima la manera en que han confluido en este recién generado espacio. Es buen resumen para explicar que un par de mensajes de telegram y whatsapp lograran que más de un centenar de mujeres de varias generaciones y diferentes colectivos feministas y ecologistas nos sentáramos juntas y nos pusiéramos a pensar juntas.

De esto hace pocas semanas, pero ya tenemos una agenda cargada de propuestas y

acciones en la semana de actividades frente a la emergencia climática. Y también sabemos que el próximo 27 de septiembre, día de la Huelga Climática Mundial, queremos marchar juntas y con todas las que quieran en un bloque propio, teñido de verde y violeta, para denunciar que “el planeta no es vuestro y nuestros cuerpos tampoco”. Después tenemos la intención de seguir y de ser muchas más.

Esa forma natural de encontrarnos tiene un fondo compartido. Es un pensamiento y posicionamiento profundo sobre la realidad global que nos atraviesa como seres “humanas” y especialmente como mujeres, desde el planeta hasta nuestros cuerpos: el ecofeminismo.

Corrientes de pensamiento que engranan feminismo y ecologismo, plantean enmiendas a la totalidad del sistema, denunciando las bases que sostienen un orden capitalista, patriarcal, racista, capacitista y profundamente insostenible. Un sistema que ha desplazado a las mujeres y al planeta, a la naturaleza que nos mantiene, a papeles secundarios dentro de su sistema de valores, pero imprescindibles si pensamos en nuestra supervivencia como especie.

Las Feministas por el Clima sabemos que las movilizaciones de estos días y este grito planetario ante la crisis climática son un asunto profundamente feminista.

Lo son porque el patriarcado se ha ocupado de que los daños de la crisis ecológica se distribuyan de forma desigual, con sesgo de género (también de clase, de raza…) y la pobreza ecológica sea, en mayor proporción, femenina.

Lo son porque los feminismos son conscientes del cruce de opresiones y hacen suyas las causas de los colectivos vulnerabilizados como las personas refugiadas, las precarias, las ancianas… que vivirán con más dramatismo las consecuencias del cambio climático.

Lo son porque nos preocupa que las aparentes salidas de esta crisis de nuevo se construyan sobre las espaldas de las mujeres y no desarmen los mecanismos de un sistema que nos necesita como trabajadoras sin salario y sin derechos.

Lo son porque nosotras, desde hace siglos, mantenemos con dificultad las vidas cotidianas, el bienestar y la salud de muchas personas, en medio de un orden económico que está en guerra contra la vida.

Lo son porque queremos formar parte protagonista de esa comunidad humana que se organiza y se enfrenta a la mayor crisis que la humanidad ha conocido.

Puede sonar a frase hecha, pero no por ello es menos cierta: la salida de la crisis climática y ambiental será ecofeminista… o tristemente, no será.

En este enlace se pueden consultar las movilizaciones para este 27S en todo el mundo y en todas las ciudades. ¡Sobran razones para sumarse!

ANXELA IGLESIAS
CONCEPCIÓN GARCÍA
ANA HERNANDO
MARTA PASCUAL
VICTORIA GARCÍA
JUSTA MONTERO

Tomado de https://www.elsaltodiario.com/saltamontes/feministas-por-el-clima

La disyuntiva

31/05/2019

La Humanidad, es decir todas y cada una de las personas que vivimos en cualquier territorio del planeta, se encuentra ante una disyuntiva que no tiene parangón con cualquier otra situación crítica que haya vivido a lo largo de su existencia en el planeta Tierra. La extrema gravedad de la situación estriba en que no cabe la inhibición. No decidirse, significa a efectos prácticos, escoger la peor de las dos opciones: la catástrofe para la vida y su diversidad, la especie humana y las conquistas de la civilización que durante siglos hemos desarrollado. Pronunciarse por detener el proceso de deterioro medioambiental, social, cultural y de valores, por parar el esquilme de los recursos naturales y por impedir el atentado creciente a la biodiversidad antes de que lleguemos al punto de imposible retorno, exigirá un esfuerzo colectivo impulsado por otros parámetros económicos, sociales, éticos y de concepción de la vida que hagan posible la plenitud generalizada de los DDHH para las futuras generaciones y los Derechos del Planeta Tierra que nos sustenta. Pero sobre todo exigirá forjar un nuevo sujeto colectivo consciente y con conciencia de la situación actual que impulse, conduzca y organice el paso a la nueva situación deseada. ¿Somos alarmistas y exageramos?

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