Carta invitación a la adhesión de organizaciones, colectivos y activistas al VI Encuentro Ecosocialista Internacional y al I Encuentro Ecosocial Latinoamericano y Caribeño

 

Nazioarteko VI. Topaketa Ekosozialistekin eta Latinoamerika eta Karibeko I. Topaketa Ekosozialarekin bat egiteko talde, eragile eta aktibistentzat Adhesión de organizaciones, colectivos y activistas al VI Encuentro Ecosocialista Internacional y al I Encuentro Ecosocial Latinoamericano y Caribeño
Gonbidapen gutuna Carta invitación

 

Yayo Herrero Bilbon 2023-05-25

2023ko maiatzaren 25ean Yayo Herrero ekofeministak Bilbo bisitatu zuen. Hona hemen eman zituen bi hitzaldien bideoak.

El 25 de mayo de 2023 Yayo Herrero nos visito en Bilbo. Aquí están los videos de las dos conferencias que impartió.


Presentación de los libros Ecofeminismos eta Toma de tierra liburuen aurkezpena 


ConferenciaHitzaldia

 

Ramiro y Hdez Zubizarreta (2019). Hacia un nuevo espacio neofascista global

El neofascismo actual se diferencia del fascismo clásico en que puede convivir, al menos por el momento, con las instituciones representativas del modelo liberal y con las instituciones jurídicas del Estado de Derecho. Eso sí, vaciadas de contenido y reenviadas a la esfera estrictamente formal.

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+ info: https://www.elsaltodiario.com/fascismo/hacia-un-nuevo-espacio-neofascista-global

FERNÁNDEZ ORTIZ DE ZÁRATE – PAZ CON DIGNIDAD-OMAL: RESISTENCIAS FRENTE A LOS MEGAPROYECTOS

Los grandes proyectos destinados fundamentalmente a los mercados globales –no a las necesidades de la población donde se desarrollan–, se han convertido en una de las principales herramientas de este funesto mantra de la internacionalización

2019/11/03

Captura de nuevos mercados, internacionalización, innovación, competitividad, atracción de inversiones. Este es el mantra que repiten empresas e instituciones como receta compartida para enfrentar la crisis actual. Cuanto mejor le vaya a «nuestras empresas», cuanto más implantadas estén a escala global, más resilientes serán y mejor nos irá a todos y todas, vía recuperación de la inversión y el empleo. El conjunto de políticas se pone al servicio de este relato: generar territorios atractivos para invertir, por un lado, hacer causa común con las empresas en su esfuerzo de internacionalización, por el otro, se convierten en las grandes prioridades. Cueste lo que cueste, se encumbra al poder corporativo al estatus de protagonista principal, no solo en el ámbito económico, sino también en el político y en el cultural. La competencia, de este modo, se extrema, tratando de hacerse con un trozo de la tarta de un crecimiento económico menguante, así como con los recursos físicos necesarios para operar, en un contexto de cambio climático y de agotamiento de fuentes de energía y materiales.

No obstante, este relato no cuadra. No hay ninguna evidencia de que la manida «teoría del derrame» sea cierta, y que por tanto las ganancias empresariales se trasladen en última instancia a las mayorías sociales. Al contrario, tras décadas de aplicación de este mantra, asistimos a una agudización de las desigualdades, así como a un menor peso de la masa salarial respecto a los beneficios corporativos –a lo que habría que sumar la mayor precarización e invisibilización de los trabajos de cuidado–. A su vez, el énfasis en el crecimiento, la privatización y los mercados globales frente a cualquier otra consideración, acelera un más que evidente desmantelamiento público y democrático, nos condena a un panorama de guerra económica, y nos sitúa ante un colapso ecológico sin precedentes.

Los megaproyectos, esto es, los grandes proyectos destinados fundamentalmente a los mercados globales –no a las necesidades de la población donde se desarrollan–, se han convertido en una de las principales herramientas de este funesto mantra de la internacionalización. Monocultivos agroindustriales, desiertos verdes, minería a cielo abierto, acaparamiento de tierras, puertos, canales, fracking, incineradoras, licitaciones petroleras y gasísticas, infraestructuras, plantas de distribución y logística, etc., son, de este modo, seña de identidad del capitalismo actual. Una identidad que se extiende a lo largo y ancho del mundo, en el Sur y en el Norte Global, por supuesto también en Euskal Herria. Ningún lugar escapa a un fenómeno sistemáticamente denunciado por impactos laborales, ecológicos y económicos negativos, así como por su vínculo con lógicas de corrupción e incluso violencia.

La ofensiva capitalista global y la internacionalización empresarial toman tierra por tanto en los territorios vía megaproyectos, donde se dirime el carácter público/comunitario o corporativo de la alimentación y la agricultura, los bienes naturales, el urbanismo, los servicios, la compra pública, etc.

Una cuestión estratégica, por tanto, que abordaremos en las jornadas “Internacionalización empresarial, megaproyectos y resistencias populares”, que celebraremos en Bilbo los próximos 7 y 8 de noviembre. Activistas y académicas de Colombia, Perú, México, Brasil, Estado español y Euskal Herria debatiremos sobre cómo enfrentar los megaproyectos, cómo entender sus patrones de actuación para, finalmente, afinar las agendas populares para resistir a los mismos.

Porque, aquí y allá, otro mundo es posible, y en el mismo los megaproyectos no tienen razón de ser.

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Tomado de https://www.naiz.eus/eu/iritzia/articulos/resistencias-frente-a-los-megaproyectos

Rodríguez algans y Las Heras (2019). Economía capitalista: conflicto y poder sindical

Sindicalismo
Economía capitalista: conflicto y poder sindical
30/10/2019 | Lluís Rodríguez Algans y Jon Las Heras

No hay que fiarse de los discursos económicos dominantes

Si al estudiantado de economía se le pide que defina conceptos como explotación, capitalismo, sistemas económicos, crisis económica, poder económico o clases sociales nos encontraremos con un gesto de total confusión, si no de indiferencia: “pero si a mí solo me enseñan a hacer derivadas ¿de qué me hablas?”. Con toda probabilidad las estudiantes desconocerán corrientes de análisis económico y corrientes de la economía política alternativa o radical: las perspectivas kaleckiana y postkeynesiana, regulacionista, institucionalista, ecologista y feminista, las múltiples formas de entender el marxismo o las concepciones de economía socialista y autogestionaria, impulsadas por economistas de ámbito nacional e internacional1/.

Esto es, sin duda, una muy mala noticia. Sin embargo, y pese a la tenaz voluntad de quienes detentan el poder académico y político por marginar, esconder y silenciar dichas corrientes, la realidad es que la economía capitalista real y, desde luego, las relaciones laborales existentes se entienden principalmente con los conceptos antedichos. Estos conceptos también han dado lugar a cursos de introducción a la economía política como base de planes de estudios e investigación alternativos pero, y a pesar de la necesidad de ampliar las miras, el sistema económico dominante y sus aparatos políticos e ideológicos se reproducen a través de lo que algunos autores denominan como la dimensión vertical o el poder de clase.

El poder de clase en el capitalismo puede entenderse como la autoridad y poder que ejercen desde las empresas, propietarios, directivos o perfiles de supervisores y responsables sobre trabajadoras con, por ejemplo, la amenaza de sanción o despido; la forma en la que intelectuales y tecnócratas de diversa índole argumentan para deliberadamente desposeer a personas no expertas de cualquier conciencia crítica, evitar preguntas indeseadas, siquiera realizar propuestas alternativas; así como el poder institucional de la patronal, gobiernos y, eventualmente, algunas organizaciones obreras conservadoras sobre el resto de segmentos de la clase trabajadora, en contraposición con aquella más combativa y organizada en sindicatos de contrapoder, a la hora de establecer el modelo de país. Todos estos aspectos condicionan y determinan las decisiones sobre la organización del trabajo y la producción, el intercambio o comercio, la inversión, la explotación, el excedente y los procedimientos a seguir para distribuir ese valor económico producido entre salarios y beneficios. En definitiva, no hay que fiarse de los discursos económicos dominantes, porque la ideología y política liberales determinan la forma en la que nuestra sociedad capitalista se reproduce materialmente y ésta condiciona, a su vez, nuestra forma de pensar e interactuar con el prójimo.

Esta explicación quizás pueda parecer demasiado teórica o abstracta. Quizás con un par de ejemplos concretos derivados de procesos de crisis empresarial, enmarcados en los ciclos y crisis económicas recurrentes en el capitalismo, sea posible engarzar el discurso académico con la realidad económica y de las relaciones laborales, apuntando así a la necesidad imperiosa de desarrollar una actitud crítica para organizar prácticas más subversivas y emancipadoras de la realidad que nos rodea.

El pasado año 2018 en un grupo empresarial en Euskal Herria dedicado a la fabricación de tubo industrial de acero, la dirección del mismo presentó un plan de reestructuración que buscaba “asegurar la viabilidad empresarial” afectando principalmente a la planta productiva situada en Sestao y Trapagaran, en Bizkaia. Este plan consistía en aplicar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para el despido colectivo de 157 trabajadores de un total de 420 (mayoría hombres), la reducción de un 25% de los salarios para aquellos que no fueran despedidos, y el cierre de la acería de la planta que implicaba a medio plazo el cierre de la misma en la comarca. La plantilla, organizada en varios sindicatos, planteó una oposición razonada en la ausencia de causa económica y productiva para el despido colectivo y el cierre de la acería. Durante el proceso exigió la documentación e información necesaria para realizar, por medio de sus gabinetes técnicos, un análisis económico de viabilidad industrial que resultó certero y permitió mantener el empleo y la industria, como se demostró posteriormente. A su vez pese a la cobertura legal, por las reformas laborales de PSOE y PP (2010-2012), y la voluntad del grupo empresarial de despedir a la gente y cerrar la planta, situada en una comarca de permanente desindustrialización, los trabajadores organizaron una huelga indefinida de jornada completa que se alargó 43 días hasta que la dirección cedió y retiró el ERE, hecho muy poco habitual en este tipo de procesos, sin imponer posteriormente medidas de despido o reducción salarial. Esta huelga, secundada por toda la plantilla e impulsada principalmente por los sindicatos vascos ELA, LAB y ESK, de un perfil reivindicativo, de contrapoder, tuvo el apoyo de las respectivas cajas de resistencia para que los trabajadores pudieran mantener un nivel suficiente de ingresos pese a la pérdida de salario por ejercer el derecho a huelga. De otra forma y con otros planteamientos sindicales, hubiera sido imposible el mismo resultado.

Durante el conflicto, el Gobierno Vasco, con competencias tanto en Industria (PNV) como en Trabajo (PSOE), trató de mediar en clave de dialogo social ante la solicitud del grupo empresarial acorralado por la presión sindical de huelga, con la intención de debilitar la posición de poder sindical y las reivindicaciones planteadas. Sin embargo, la mediación no fue aceptada y no consiguieron sus objetivos. La expresión del conflicto en este caso, en un sector industrial masculinizado, se centró en quién paga la contracción económica cuando ha existido un abundante reparto de beneficios en años anteriores. La defensa del empleo, la actividad industrial y del salario resultó efectiva gracias a la oposición de estos sindicatos a los planes del grupo empresarial, en contraposición a un grupo empresarial que piensa primordialmente en maximizar rentabilidad y beneficios, o a un gobierno que trata de intervenir en defensa de los intereses de sus empresarios. La lógica de concertación social, la mediación del gobierno entre el trabajo y el capital, perseguía con la falaz búsqueda del término medio, permitir que se impusieran los objetivos empresariales2/.

Imagínate ahora una situación en la que estás en la sala de reuniones de una empresa del sector de los cuidados, sector feminizado, por ejemplo, una residencia de personas mayores y dependientes u hospital privado con 35 trabajadoras. Estás en una reunión muy tensa porque la empresa ha abierto un proceso legal de negociación con las delegadas sindicales para una reducción salarial por dificultades de liquidez y de viabilidad económica. O dicho de otra forma, la empresa os plantea que no tiene suficiente ingreso para hacer frente a los gastos y busca tener más holgura financiera, que puede imponer de forma legal gracias a las reformas laborales citadas del PP y PSOE (2010-2012). El economista o contable de la empresa expone que el peso de los salarios en la estructura de costes es muy superior al de otras empresas competidoras del sector, por lo que resulta imprescindible acometer una reducción salarial para mantener la empresa a flote. Eres nueva en este tipo de situaciones y no sabes si creerte o no las palabras de esa persona que se hace llamar experta y que parece vela por los intereses de toda la empresa.

Pero al lado, tienes una compañera bastante reivindicativa e informada y responde, sin titubeos, que lo que la empresa comenta es cierto, pero que no es debido a los pretendidos altos salarios cobrados por las trabajadoras, sino porque la estructura salarial está desproporcionadamente inclinada hacia arriba, es decir, porque los cargos de dirección doblan el nivel de salarios de referencia en la negociación colectiva sectorial, lo que implica que su reducción al nivel de convenio permitiría equilibrar las cuentas. Los salarios elevados de la dirección, a su vez propietaria, es la forma de repartir beneficios antes que estos se produzcan. Se hace el silencio en la sala, y todas las presentes se dan cuenta que sin duda se llega al punto de expresión de un conflicto de poder, el clásico conflicto distributivo en el sistema capitalista entre salarios y beneficios disfrazados a través de altos salarios, en una situación de crisis económica. Finalmente, el conflicto se resuelve a través de los cauces habituales: se convoca una huelga indefinida por toda la plantilla, que fuerza efectivamente a la dirección a reducirse sus salarios al nivel del convenio sectorial cómo primera acción de viabilidad, previa a evaluar otras medidas.

La acción sindical es crucial

La anterior crisis económica nos ha dejado una pléyade de experiencias sindicales y de huelgas parecidas que bien analizadas nos ayudan a sintetizar algunas conclusiones de interés. El contexto de crisis económica ayuda a entender rápido y generaliza bien cómo funciona el capitalismo. A su vez, la crisis económica obliga a la revitalización del poder sindical, si se quiere hacer frente a la discrecionalidad y unilateralidad del poder empresarial y patronal, elementos indisociables de la dinámica económica capitalista.

Parece obvio y necesario que el sindicalismo combativo, de contrapoder, gane capacidad de intervención en sus múltiples dimensiones: ganando mayor número de afiliación, militancia y organización para repartir las diferentes tareas que suponen poner el poder empresarial contra las cuerdas. Es también crucial seguir un programa de transformación, que busque sistemáticamente aumentar la capacidad de acción colectiva y confrontación tanto a nivel de empresa como con los poderes político-económicos siempre hostiles con la clase trabajadora.

Mientras que el voto ciudadano se está demostrando excesivamente voluble y, por lo general, escorado hacia el mantenimiento de mayorías parlamentarias que apuestan por la servidumbre al poder económico, la militancia y afiliación sindical siguen siendo la forma fundamental para garantizar y avanzar en derechos laborales, condiciones salariales, de empleo y vida. A su vez, la acción sindical, la organización trabajadora en los centros de trabajo, las huelgas, permiten democratizar los conflictos y debates económicos, re-politizando así a una gran parte de la población a quien los debates televisivos sobre cómo se debe gestionar un país le quedan lejos. Sin embargo, aquellas cuestiones de las condiciones de trabajo como el salario, la jornada o de la dinámica productiva de la empresa o sector, nos quedan muy cerca, podemos comprenderlas transformarlas e incidir en ellas. Confiar plenamente en las élites políticas y empresariales no hace más que reducir la capacidad crítica de cada cual, ya que nuestros intereses no pueden incorporarse completamente en el discurso de aquellas personas que, en definitiva, no nos tratan fraternalmente. Pensamos pues que la acción sindical es crucial a la hora de generar nuevos lazos de solidaridad y consolidar orientaciones de política económica que nos permitan alcanzar mayores cotas de democracia económica y bienestar social partiendo desde la experiencia particular de cada cual.

24/10/2019

https://www.elsaltodiario.com/economia-para-todas/economia-capitalista-conflicto-y-poder-sindical-

Lluís Rodríguez Algans, economista asesor laboral y de políticas públicas. Miembro de ICEA.

Jon Las Heras, profesor de Economía y Sociología en la Universidad del País Vasco – Euskal Herriko Unibersitatea. Miembro de ICEA.


Notas

1/ Véase www.heterodoxnews.com para encontrar una amplia red de académicas, universidades y asociaciones que trabajan por impulsar una economía diferente a nivel mundial, como la Union for Radical Political Economics en Estados Unidos. Véanse también www.isipe.net así como www.rethinkeconomics.org para contactar con estudiantes que buscan y promueven una educación alternativa en economía política. En el Estado español encontramos la Asociación de Economía Critica, el Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión (ICEA), Economía Crítica y Crítica de la Economía (ECCE), Seminari d’Economía Critica TaifaPlataforma por la Democracia EconómicaRed de Teoría Monetaria ModernaATTACFUHEM EcosocialEcologistas en Acción o también economistas, sociólogas y asesoras laborales participantes del observatorio ToShare o el Foro de profesionales del asesoramiento laboral y social de la Universidad del País Vasco/EHU.

2/ Los trabajadores de Productos Tubulares no se creen la necesidad del ERE y exigen las cuentas a la empresa (El Mundo País Vasco, 10/4/2018); Tubos Reunidos solicita a Gobierno Vasco su mediación en el conflicto de Productos Tubulares (Europa Press, 16/4/2018) y Comité de Empresa de Productos Tubulares no comparte la solicitud de Tubos Reunidos para que Gobierno vasco medie (Europa Press, 16/4/2018); Productos Tubulares anuncia la retirada del ERE que planteaba despedir a 157 trabajadores (Naiz, 17/4/2018); Productos Tubulares pide paz social a cambio de retirar el ERTE (Deia, 16/6/2019); El comité de Trapagaran pide retirar el ERTE “sin condiciones” (Deia, 28/6/2019).

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Tomado de https://vientosur.info/spip.php?article15249

EL COMPOSTAJE CONTRA LA CRISIS CLIMATICA

EN NOMBRE DE EKOLOGISTAK MARTXAN Y LA PLATAFORMA ZERO ZABOR BIZKAIA

Si de ese flujo de residuos en vez de incinerar las 100.000 Tns de materia orgánica, se hubiesen compostado, se habrían evitado un 40% de los gases de efecto invernadero emitidos por Zabalgarbi. Además de producirse 25.000 Tns. de compost, producto ni tóxico ni peligroso.

2019/10/30

El quinto contenedor con llave (el marron) es el de recogida selectiva de la materia orgánica para hacer con esta compost, también orgánico.

El 27 de octubre se celebró el 50 Aniversario del asesinato de Antón Fernández y Josu Murueta, vecinos de Erandio, en lucha contra la contaminación. Desde entonces han cambiado las cosas, sí, pero hoy en dia la contaminación sigue poniendo en cuestión la vida en el planeta por lo todavía resuenan las voces que se alzaron el 27 de setiembre en todo el mundo para exigir medidas reales y urgentes contra el Cambio Climático. El nivel de acumulación de gases de efecto invernadero es alarmante y no se está reduciendo.

Es mucho lo que tienen que hacer los dirigentes, pero también la ciudadanía debemos realizar cambios en nuestro quehacer cotidiano. Y alguno de estos cambios los tenemos a mano, como el caso del 5º contenedor, el marrón, que se ha extendido a casi toda Bizkaia. Colocado por «compromiso» por las instituciones, tras las insistentes demandas del movimiento ecologista, pasa sin pena ni gloria en nuestras calles, para no ensombrecer el negocio de la incineración, de Zabalgarbi. En Bizkaia solo se recogen 10.729 Tns de materia orgánica, 1,77% del total generado y muy lejos del 4,5% proyectado para el año 2016 por la Diputación Foral y en las antípodas del 40% de la basura que supone la materia orgánica en la bolsa de basura. En Bizkaia la mayor parte de esa materia acaba en la incineradora de Zabalgarbi y se reduce a compostaje solo el 1,77% comentado. Y mientras tanto, en la CAPV casi un tercio de la superficie está afectada por problemas de erosión, y con tendencia a empeorar debido al cambio climático. No se pueden desperdiciar los recursos orgánicos, que transformados en compost, devuelven nutrientes a nuestros suelos.

Quienes suscribimos este articulo, creemos que la estrategia del compostaje , debe ser parte del plan para reducir las emisiones de GEI. Así el 5º contenedor si se impulsa con decisión puede ser un instrumento para combatir el cambio climático, por su capacidad para paliar los procesos de desertificación y evitar la emisión a la atmósfera de toneladas de gases de efecto invernadero.

Los resultados demuestran que el uso del compost reduce los procesos de desertificación y erosión de los suelos. A su vez, el compost incrementa la estabilidad de agregados de los terrenos, lo que implica mayor porosidad y permeabilidad con una mejor aireación y flujo de agua, y una mejora en la fijación de nutrientes. En la misma línea, desarrolla en los suelos un PH equilibrado próximo a la neutralidad. La ONU denunciaba que en el mundo se pierden cada año 24.000 millones de toneladas de suelo fértil. Además la Península Ibérica es una de las regiones más afectadas por los procesos de desertificación, con un 70% de su territorio afectado. Una gestión incorrecta del uso de la tierra, así como el cambio climático son factores que contribuyen a la erosión y la pérdida del suelo fértil.

En San Francisco (California) el compostaje ya forma parte del plan de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero con la captura de carbono. Según la Universidad de Berckley, esparcir adecuadamente compostaje de residuos en los terrenos de pasto podría capturar gigatones de carbono de la atmósfera, convirtiéndose en una medida de mitigación del cambio climático y de recomposición de suelos.

En 2016 las emisiones generadas por el tratamiento y eliminación de los residuos en Europa supusieron la cuarta mayor causa de emisión de gases de efecto invernadero. Según los datos oficiales del Registro Estatal de Emisiones PRT y del Programa de Vigilancia Ambiental de Zabalgarbi, la incineradora emitió en 2017 270.000 toneladas de CO2, situándose en cuarto lugar de las empresas vizcainas en el ranking que encabeza Petronor. Es sorprendente que la incineración de 250.000 toneladas de residuos haya generado esa cantidad de gases de efecto invernadero, o sea, mas de 1 kg de CO2 por cada kg de residuo incinerado. Además de otros elementos contaminantes como metano, oxido nitrógeno, arsénico, etc.. sin incluir las 7.381 tns de cenizas tóxicas y las 47.000 Tns de escorias que se echan a vertedero.

Si de ese flujo de residuos en vez de incinerar las 100.000 Tns de materia orgánica, se hubiesen compostado, se habrían evitado un 40% de los gases de efecto invernadero emitidos por Zabalgarbi. Además de producirse 25.000 Tns. de compost, producto ni tóxico ni peligroso.

El escaso éxito del 5º contenedor en Bizkaia se debe a principalmente a la falta de compromiso real de muchas instituciones forales y municipales, además de su mala gestión educativa y de sensibilización. Creemos preciso acompañar la promoción y educación permanentes con nuevas políticas fiscales de tasas y bonificaciones que premien el 5º contenedor.

Debemos las personas y las instituciones crear conciencia en la comunidad sobre el impacto positivo que genera en el medio ambiente la recogida selectiva de la materia orgánica, más cuando casi la mitad de la basura generada en los hogares corresponde a restos orgánicos.

¡Ya vale! Vecino, vecina pide tu tarjeta, reclama, inscríbete en el programa del Ayuntamiento y desborda el 5º contenedor.

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Tomado de https://www.naiz.eus/eu/iritzia/articulos/el-compostaje-contra-la-crisis-climatica

Emergencias. YAYO HERRERO

Querida comunidad de Ctxt:

La semana pasada una ola de peces, anguilas, crustáceos y moluscos muertos  aparecieron de forma súbita en las playas del Mar Menor. De repente los medios de comunicación hablaban, en su mayoría, de una situación de emergencia.

La noción de emergencia habitualmente evoca un acontecimiento que requiere de algún tipo de acción urgente para evitar o minimizar daños.

La situación de emergencia es la nueva normalidad en múltiples dimensiones de la vida: emergencia climática, emergencia social, emergencia feminista, emergencia migratoria, emergencia energética…

Conviene preguntarse por qué en casi todos los ámbitos importantes de la existencia nos encontramos en una situación de emergencia, y si hay elementos comunes que conduzcan a pensar que más bien nos encontramos ante una emergencia civilizatoria.

Las emergencias actuales no son acontecimiento abruptos ni inesperados. Los procesos que han conducido a ellas han sucedido a plena luz. Fueron y son  retransmitidos en televisión. Son consecuencias inevitables y anunciadas de decisiones, opciones, que no han sido tomadas por todo el mundo, pero que han sido toleradas de forma mayoritaria.

Todas las emergencias actuales son el resultado, diría yo ineludible, de un gobierno de las cosas que se orienta por el cálculo y la maximización de beneficios, frente a una organización guiada por el cuidado, la protección de todo lo vivo, la precaución o la cautela.

El cambio climático, el declive de recursos, la contaminación, el ecocidio en definitiva, no son una sorpresa. Había estudios, gráficas y ecuaciones que lo predecían desde hace décadas de forma bastante acertada; la emergencia social es el resultado de políticas continuadas que protegen las inversiones y el crecimiento pero se desresponsabilizan de las personas; el conflicto en Cataluña es resultado, no solo, pero en gran medida, de que la rentabilidad electoral se apoye sobre la búsqueda permanente de enemigos a los que señalar, el miedo o la humillación; los feminicidios y las violencias machistas son el resultado de siglos de naturalización de la cultura patriarcal; la emergencia migratoria responde a un sistema que desde hace siglos se sostiene sobre la acumulación por desposesión y un racismo estructural que legitima la violencia y el despojo de los desposeídos…

La emergencia civilizatoria es el resultado de decidir

de forma mayoritaria con una racionalidad estrictamente contable. Da igual que la unidad contable sea la moneda, los votos o los likes. El caso es que, como cultura, tenemos la mirada puesta en cómo evolucionan las cuentas de resultados, el PIB, las encuestas o las tendencias, y mientras, delante de nuestros ojos, las condiciones que permiten una vida decente para todas, ya sea la naturaleza o los vínculos y relaciones sociales, se van degradando, y no es hasta que se hacen presentes en forma de muerte o violencia que se televisan y se denominan emergencia.

Es importante recuperar la memoria del camino recorrido hasta llegar aquí, ser conscientes de la irreversibilidad de muchas de estas trayectorias y señalar que en cada hito, en cada punto de bifurcación, se pudo elegir entre el freno y el acelerador de las crisis, y se escogió acelerar sabiendo cuáles eran los riesgos, cuáles podían ser las consecuencias, quiénes eran los potenciales perjudicados…

Y es importante esta memoria porque abordar las diversas emergencias supone seguir eligiendo. Si se continúa actuando con la lógica contable, el resultado será la profundización de las heridas, del dolor, la precariedad en todos los aspectos de la existencia, la violencia y la muerte. Existe una incompatibilidad esencial entre la lógica del cuidado, la precaución, la reconciliación y el diálogo y la lógica de los beneficios.

De las imágenes del Mar Menor lo que más me impresiona es ver esos peces plateados que, desahuciados, usan sus últimas bocanadas de aire para saltar del mar a la tierra, es decir, hacia la muerte. Me recordaba a las personas que, sin agua y comida, siendo conscientes de que su barcaza se desintegra, con sus últimas energías saltan al agua, hacia la muerte, con nulas posibilidades de llegar a tierra pero con la pulsión de hacer algo. Esa pulsión la vimos también en las personas que se tiraban de las Torres Gemelas, saltando, también, hacia la muerte desde la misma muerte.

El capitalismo y la política que lo apuntala obligan a las vidas más desprotegidas y precarias a saltar hacia la violencia o la muerte. Han apostatado de la vida digna para todas.

En una situación de riesgo vital cada vez mayor nos vemos obligadas a optar, como siempre, entre el acelerador y el freno, ahora ya de emergencia. No hay forma de abordar las urgencias desde el cuidado y la precaución si el horizonte de la economía es la cuenta de resultados, y el de la política, lo que diga la próxima encuesta.

Televisar los peces muertos del Mar Menor, los africanos encaramados en la valla de Melilla o los contenedores ardiendo en Barcelona, sin contar cómo llegamos hasta aquí, y sin mostrar la desobediencia de las experiencias agroecológicas a contracorriente, la acogida en San Carlos Borromeo, a quienes rescatan en el mar o la fuerza del Tsunami Democrático, es naturalizar la legitimidad de la necropolítica. Combatir esa idea de las emergencias como irrupciones bruscas y casuales es lo que intentamos hacer desde CTXT. No vale presentarla como brotes inesperados de desgracia que podemos atajar con las mismas herramientas que los causaron.

Yo estoy harta de una cultura, una política y una economía que ya han desahuciado a parte de la humanidad, a los animales, las plantas y al territorio.  A veces con un discurso explícito, como en el caso de las ultraderechas, y otras veces con palabras hermosas –libertad, seguridad, democracia, convivencia–  que se dictan y se deciden desde los gabinetes de comunicación mientras con el rabillo del ojo se va mirando como el gesto comunicador influye en las encuestas.

Estoy harta de que haya tantas personas en la cornisa, como decía en CTXT Gemma Barricarte, la joven activista de Fridays for Future Barcelona, y de que la única opción que se les deje sea saltar al abismo o matarse entre ellas.

La palabra emergencia, en ecología de sistemas, tiene una segunda acepción. Las emergencias son propiedades, condiciones nuevas, que emergen de la organización de los sistemas vivos.

¿Hay condiciones para que emerja un movimiento alrededor del cuidado, el freno, la precaución, la contención, el diálogo, la desobediencia, el reparto y la justicia? ¿Es posible apostar por herramientas políticas, económicas y culturales que, más allá de la oportunidad o el cálculo, afronten la emergencia civilizatoria?

Como señala Kois Casadevante en un interesante artículo, “hay motivos para el optimismo, como demuestra la magistral investigación de María J. Stephan y Érica Chenoweth, que evidencia cómo es raro el fracaso de la acción colectiva que haya logrado involucrar en sus picos de movilización a un 3,5% de la población, y muchas lo han logrado implicando números de población más bajos. No parece demasiado, pero en nuestra geografía esto se traduce en movilizar en torno a cerca de dos millones de personas. Un dato relevante es que todas las movilizaciones que llegan a esos números se sostienen sobre la acción no violenta, logrando perdurar en el tiempo cuatro veces más que las campañas violentas y siendo mucho más representativas en términos de género, edad, raza, clase o geográficos”.

¿Podemos hacerlo?

En Las uvas de la ira, la familia Joad, hambrienta y errante, duda si recoger o no a otros que está peor que ellos y la madre razona así:

–Y podemos alimentar una boca más?– sin volver la cabeza preguntó–. ¿Podemos, madre?

Madre aclaró la voz.

–No se trata de si podemos, sino de si estamos dispuestos– contestó con firmeza–. Lo que es poder, no podemos hacer nada, ni ir a California ni ninguna otra cosa, pero lo que queramos hacer…, vamos que haremos lo que nos propongamos.

Yo estoy dispuesta. No voy a dejar a mi hija en la cornisa, ni a las hijas e hijos de otras. Y conozco a mucha gente que tampoco lo va a hacer. La cosa, entonces, es cómo y dónde encontrarnos.

Un fuerte abrazo,

Yayo Herrero

 

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Tomado de: https://ctxt.es/es/20191016/Firmas/28999/Carta-comunidad-Yayo-Herrero-emergencias.htm

José Luis Fdez. Casadevante «Kois»: Tender puentes con la desobediencia climática

El 17 de septiembre el Congreso aprobaba por unanimidad, salvo los negacionistas de Vox, el apoyo a la declaración de Emergencia Climática que tendrá que impulsar el próximo gobierno. Un acontecimiento que ha pasado sin pena ni gloria por nuestra acelerada actualidad mediática y ante el cual nos encontramos con sentimientos ambivalentes. La declaración es un éxito de los movimientos ecologistas, espoleados por las generaciones más jóvenes; a la vez que asistimos a un claro riesgo de banalización del concepto, de convertirlo en un significante que no denota la urgencia, la gravedad, el riesgo o la radicalidad de las transformaciones que conlleva tomársela en serio. La clave para e vitar que la emergencia climática se convierta en algo sobre lo que todo el mundo está de acuerdo acríticamente, convirtiéndose en un cliché o en un concepto inoperante políticamente, pasa por llenarla de compromisos efectivos y de acciones tangibles .

Hay un cuento de José Saramago que narra la historia de unas termitas que excavan pequeñas galerías en la madera de la silla en la que se sentaba un dictador. Tras mucho esfuerzo y complejos cálculos logran que la pata de la silla se rompa, de forma que el dictador se golpee contra un pico y muera. La caída del dictador parecería fruto del azar y en los relatos oficiales del suceso nunca se reconocerá el anónimo, desinteresado y sacrificado esfuerzo de las termitas que han sido quienes han hecho posible el cambio.

Las históricas movilizaciones mundiales ligadas a la huelga climática del 27S, se han acompañado el 7 de octubre de una jornada internacional de protestas impulsadas desde Rebelión por el Clima 2020 y Extinction Rebellion. El pasado lunes centenares de termitas desobedientes bloqueamos un puente en el corazón de la ciudad de Madrid e iniciamos una acampada de unos días frente al Ministerio de Transición Ecológica, como una forma de mostrar la determinación de la ciudadanía en exigir acciones comprometidas a las instituciones.

Una acción vistosa y colorida en un lugar cargado de simbolismo, pues desde lo alto del puente se podían ver muchas de las cosas que deberían cambiar para pilotar transiciones ecosociales ordenadas: los ministerios que hacen dejación de funciones y miran para otro lado, el distrito financiero que dicta las reglas de una economía que le ha declarado la guerra a la vida, los templos del consumo como El Corte Inglés o las arterias urbanas colapsadas de coches.

Esta acción ha supuesto un carrusel de emociones para quienes lo hemos protagonizado. Los nervios iniciales hasta lograr cortar el tráfico, la llamativa decoración del puente, la alegría ante la llegada de la gente y el inicio del bloqueo junto al surrealista barco rosa que lo presidía. Un cóctel de momentos emotivos grabados en la retina los rostros de la gente joven tensa, decidida y dándose ánimos ante su primera acción directa; las caras de miedo y rabia al ver algunas escenas de violencia policial; las risas cuando la gente cantaba «Del barco de Chanquete, no nos moverán» o el evidente relevo generacional al escuchar los lemas coreados en inglés con total naturalidad.

Un acto de desobediencia cargado de escenas cinematográficas, como cuando se estaba leyendo en voz alta de forma colectiva el comunicado, mientras las voces desaparecían arrastradas por la policía, los papeles se volaban y caían a pies de los antidisturbios que se ponían a leerlos detenidamente, para tratar de entender los motivos que movían a quienes estaban desalojando. O cuando algunas personas guardaban las llaves de los candados con los que se había encadenado el barco, comentando que las reservaban para dárselas a sus hijos cuando creciesen, como una forma de recordarles que sus padres no se resignaron.

Y es que de forma paradójica este bloqueo también se orientaba a tender puentes más sólidos entre organizaciones y entre activistas de diversas procedencias y generaciones, así como a abrir la comunicación con el conjunto de la sociedad. Hay una ciudadanía más afín a nuestras demandas de lo que pensamos, como se desprende del primer informe de evaluación del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, que muestra que la mayoría de las personas encuestadas considera urgente actuar con un índice de urgencia de 8,7 en una escala de 10. Lo que contraintuitivamente incluye a mucha gente conservadora, que también cree que las bases ecológicas que sostienen la vida deben preservarse.

Formalmente hay grandes acuerdos políticos, hay un consenso científico y un creciente apoyo ciudadano. El reto es convertir la complicidad en compromiso y movilizarla en el marco de una campaña de desobediencia climática masiva. La acción directa de la sociedad civil es nuestra última esperanza de lograr despertar a una clase política global que se hace la dormida. Y más, después de la sentencia del Procés que esconde de forma soterrada una inaceptable criminalización de la desobediencia civil como han denunciado numerosas organizaciones sociales como la PAH o Ecologistas en Acción.

Aunque hay motivos para el optimismo, como demuestra la magistral investigación de María J. Stephan y Érica Chenoweth, que evidencia como es raro el fracaso de la acción colectiva que haya logrado involucrar en sus picos de movilización a un 3,5% de la población, y muchas lo han logrado implicando números de población más bajos. No parece demasiado, pero en nuestra geografía esto se traduce en movilizar en torno a cerca de dos millones de personas. Un dato relevante es que todas las movilizaciones que llegan a esos números se sostienen sobre la acción no violenta, logrando perdurar en el tiempo cuatro veces más que las campañas violentas y siendo mucho más representativas en términos de género, edad, raza, clase o geográficos.

Además este trabajo ha demostrado también como la resistencia no violenta ha sido históricamente una herramienta democratizadora del sistema político y del propio funcionamiento de los movimientos sociales. La no violencia se ha evidenciado más exitosa a la hora de lograr objetivos políticos y ha terminado imponiéndose por pragmatismo, más allá de las consideraciones éticas o morales; de la mayor coherencia entre principios, medios y fines; de que resulte más inclusivas; o de que logren una mayor legitimidad social y dificulten la represión.

Las estrategias no violentas aborrecen del vanguardismo que termina por desconectar de la gente común, ya sea por apuestas organizativas, por excesos de intelectualismo o derivas violentas que aíslan. Nos gusta ilustrar esta idea con las simpáticas reflexiones de Fernando Gabeira al recordar, en su biografía A por otra compañero, su pasado en la guerrilla brasileña del Movimiento Revolucionario 8 de Octubre. En ella cuenta como mientras mantenían secuestrado al embajador de Estados Unidos para llamar la atención sobre la complicidad con la dictadura de su país, un chófer de bus le dijo a otro integrante del MR-8 que las personas que más admiraba en el mundo eran los secuestradores del embajador y los astronautas. Tiempo después Gabeira comprendió que para el común de la gente un guerrillero era algo tan raro como un cosmonauta, admirables y distantes, «estábamos a cien mil millas del hombre de la calle y sus preocupaciones. ¡No éramos sino un espectáculo más!».

Las modestas y anónimas termitas ya hemos empezado a desgastar los cimientos que sostienen este modelo socioeconómico pero necesitamos ser muchas más si queremos llegar a tiempo de evitar la catástrofe. Bertrand Russell afirmaba que lo más difícil de aprender en la vida es qué puentes hay que cruzar y qué puentes hay que quemar. En primavera la desobediencia climática volverá a las calles y esperamos que nos acompañes, que cruces el puente de nuestra mano.

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Tomado de: https://www.eldiario.es/ultima-llamada/Tender-puentes-desobediencia-climatica_6_951964802.html

Entrevista a Jorge Riechmann «Hace falta desobediencia de masas para poder frenar la tragedia climática»

El profesor de filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid e histórico del movimiento ecologista nos explica las razones de la acción de la plataforma 2020 Rebelión Por el Clima que este lunes bloqueó un puente de 4 carriles en Nuevos Ministerios al mismo tiempo que se instalaba una acampada frente al Ministerio de Transición Ecológica.

 

Jorge Riechmann/ David Echeverría

Jorge Riechmann (1962) nos atiende este martes por teléfono antes de asistir a sus clases en la Autónoma. El lunes, fue detenido junto a otros dos activistas y puesto en libertad cuatro horas más tarde con cargos de desobediencia y resistencia a la autoridad.

Para él, ha merecido la pena. La propia plataforma ha hecho público que desde el Ministerio de Transición Ecológica se ha ofrecido una reunión con la ministra Teresa Ribera cuando esta regrese de su viaje a Costa Rica el próximo jueves, si bien cabe la posibilidad de que el encuentro tuviese lugar antes con el Secretario de Estado.

¿Por qué se desobedeció el 7 de octubre?

Porque es el aniversario del informe del IPCC (Panel Internacional de expertos en Cambio Climático) que indicaba que es vital limitar el aumento de la temperatura global a 1,5ºC. Por eso la coalición de 2020WeRiseUp, donde no solo está Rebelión contra la Extinción, sino muchos más colectivos, como Ecologistas en Acción, Greenpeace o Fridays For Future, entre otros, convocó ayer una jornada de rebelión internacional en muchos países a la vez dentro de esa estrategia que se pretende que vaya en aumento de desobediencia civil en escala ante el ecocidio y genocidio que vivimos.

¿Qué supone esta segunda semana de acciones frente a la que ya hubo del 20 al 27 de septiembre?

Es un salto cualitativo respecto a otras movilizaciones como las manifestaciones de la semana pasada aunque nosotros todavía estamos un poco por detrás si nos comparamos con otros países como Reino Unido donde ha habido acciones masivas. Ayer participamos unos cientos de personas, que en comparación con la magnitud de la amenaza del cambio climático es ridículo. Deberíamos ser millones de personas. Y es que incluso si se crea un Ministerio para la Transición Ecológica o se aprueban declaraciones de emergencia climática, en la práctica apenas damos los pasos para la reducción drástica, en plazos brevísimos, de gases de efecto invernadero que necesitamos. Por ello queremos que se tomen medidas reales y ya.

Usted fue detenido durante cuatro horas en la comisaría de Moratalaz, ¿cómo considera la actuación policial?

Nos detuvieron a una compañera de Barcelona, a otro compañero de Madrid y a mí y nos han soltado con cargos de desobediencia y resistencia. La policía iba retirándonos de donde estábamos ejerciendo nuestro derecho a la resistencia civil pasiva cortando el tráfico. Marina por ejemplo hizo la táctica de la croqueta blanda para evitar que la atrapasen inmediatamente y se arañó con el asfalto pero Paco y yo no tuvimos heridas.

Pero tenemos constancia de que ha habido varias lesiones y una muñeca rota así como unas 200 personas identificadas…

Sí, otras personas que no fueron retenidas sí que han tenido lesiones. Cuando te levantas te intentan retorcer el brazo y a veces consiguen abrir muñecas . En lo que no me pude fijar es si llevaban el identificativo tapado como se dijo en algún tuit desde alguna de las organizaciones.

¿Y ahora cuál es el siguiente objetivo? ¿Hasta cuándo mantendrán la acampada y qué tipo de actividades se desarrollarán en ella?

Hay permiso para mantenerla hasta el viernes y llevar a cabo actividades, charlas, talleres, espacios de debate. Ayer se leyó un comunicado en el que se recordaba que los objetivos eran llevar a cabo peticiones a las instituciones y gobiernos para que se pongan de verdad en marcha políticas de reducción drástica de las emisiones de gases invernaderos. Ahí es cuando hay algunas diferencias dentro de la coalición de organizaciones, algunas exigen un ritmo más rápido.

¿A qué se refiere con distintos ritmos?

Hacer algo como lo de ayer requiere de muchos meses de preparación con mucha gente trabajando para que no te detengan antes de poner un pie en la calle, sin que se aborte la acción. Al haberlo organizado colectivamente entre gente de edades muy diferentes – entre ellos, algunos chavales muy jóvenes que se incorporan ahora mismo a esta clase de lucha – y organizaciones muy diversas – algunas recientemente creadas y otras con mucha historia como Ecologistas, en la cual participo desde hace años -, se han generado algunas tensiones. Mi temor es que eso haga difícil esa clase de cooperación que sin embargo es muy necesaria. Pediría a todos los involucrados un gran esfuerzo para llevar a cabo nuestros objetivos.

¿Se refiere a la carta dirigida a Grande Marlaska?

Hubo un enorme revuelo con ese comunicado emitido por Rebelión contra la Extinción del cual se desmarcó la propia organización. Seguramente lo escribieron dos chavales muy jóvenes que están empezando en esto y que, como es normal, pudieron meter la pata. Pero también es una gran metedura de pata la sobrerreacción posterior, el tener que estar cinco días comunicado va comunicado viene desmintiendo ese texto. En la clase de redes cooperativas que necesitamos contra el cambio climático hay que cuidarse y eso implica trabajar juntas para que las decisiones políticas sean las óptimas y cada vez seamos más.

¿Cree entonces que lograrán que la ministra les atienda?

Lo de ayer fue un gran paso, pero tenemos que continuar para llegar al nivel al que están movimientos como los que se han ido organizando estos últimos años a nivel internacional, como el Sunrise Movement en EEUU o el Ende Gelände en Alemania. Ya hemos conseguido trasladar el punto de partida: la percepción de que hace falta desobediencia civil no violenta a escala de masas para tener alguna opción d e frenar la tragedia en curso. Así de mala es la situación.

Fuente: https://www.publico.es/sociedad/crisis-climatica-jorge-riechmann-falta-desobediencia-masas-frenar-tragedia-climatica.html